Archivo mensual: noviembre 2012

El pesar de un futbolista anónimo

Él observaba con cierta nostalgia en la televisión que Leo Messi superó aquel 2012 al gran Pelé en número de goles anotados en un año. No podía evitar sentir lo que los portugueses llaman la «saudade» mientras leía que estuvo ese récord sin batir mucho tiempo. Lo cierto es que a lo largo de su carrera él marcó muchos más goles que estos dos astros juntos pero nunca dejó de ser un futbolista anónimo.

Nació una calurosa tarde de verano en el seno de una familia de carpinteros, pero él no siguió la tradición familiar. No le gustaba esa vida. Desde que tuvo uso de razón se dedicó por completo a darle patadas a un balón. Para él el fútbol no era una afición, era una forma de ser, una pasión.

Como era el mejor de todos los jugadores con los que se había enfrentado, decidió dedicarse al fútbol por completo. Todas las semanas disputaba varios partidos. A veces casi sin poder descansar, pero no le importaba porque además de ser su trabajo, le hacía sentirse útil en una sociedad que le miraba con desdén.

Con veinte años era ya el delantero titular, la estrella del equipo. Marcaba goles de todos los colores. Cualquier balón que le llegaba a los pies acababa en la portería contraria sin que los defensas rivales pudieran evitarlo. Siempre a un toque, o como mucho a dos. Él era lo que se llama en la profesión un hombre de área, sin grandes alardes ni cualidades técnicas, pero siempre estaba al acecho en el sitio y momento adecuado. En el mismo sitio, frente al portero contrario. Cara a cara.

Él era feliz porque veía gozar con su juego a todos los aficionados. Unos gritaban, otros se lamentaban, pero la mayoría celebraba con efusividad su efectividad de cara al marco contrario. No conocía su techo goleador. De hecho, terminaba partidos con cinco, seis o siete tantos. Pero no los contó nunca, porque para él los números y las estadísticas no tenían significado alguno.

Por desgracia un día sintió romperse durante un partido. A falta de pocos minutos para el final trató de rematar un centro y escuchó que su cuerpo no respondía, que se quebraba. Le sustituyeron por otro delantero, cambiaron pieza por pieza. A pesar de ser el jugador franquicia fue relegado al ostracismo más absoluto. No volvió a disputar un solo minuto más. Se sintió abandonado en un cajón como un juguete roto.

Aunque muchos cantaron y celebraron sus goles, muy pocos son los que le conocieron de verdad. No llegó a ser famoso pero siempre podrá decir que fue la pieza más laureada que ha dado nunca el futbolín.

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Los escritores protagonistas del cine

Miro en la cartelera y me llama la atención una cosa en particular. No es otra que la cantidad de películas que se estrenan del subgénero de escritores, es decir, cintas cuyo protagonista es escritor y la historia se desarrolla en torno a esa profesión.

Si nos decidimos a ir al cine uno de estos días nos podemos encontrar con cuatro películas cuyo leitmotiv gira alrededor de un escritor, por lo habitual, en problemas.

Los estadounidenses Brian Krugman y Lee Sternthal dirigen El ladrón de palabras, un interesante drama que narra la historia de un escritor (Bradley Cooper) que consigue un gran éxito y reconocimiento público gracias a un manuscrito que se encuentra y que hace suyo. En realidad, el autor de ese manuscrito es un anciano que estuvo destinado en París durante la Segunda Guerra Mundial.

La acción parte de una historia real, según cuentan los directores. Decidieron hacer el film tras conocer que el propio Ernest Hemingway dejó olvidados durante uno de sus viajes unos escritos en un vagón de tren.

De forma simultánea nos encontramos en muchos cines con dos películas que están protagonizadas por el mismo actor, Paul Dano. En Ruby Sparks, segunda comedia de los directores de Pequeña Miss Sunshine, el estadounidense representa a Calvin, un joven escritor que se enamora de uno de los personajes de su nueva novela. La chica (Zoe Kazan) se materializa y vive un romance con su creador.

Mientras, en el drama familiar Being Flynn, Paul Dano interpreta a un joven escritor que trabaja como voluntario en un albergue. Un día recibe una llamada de su problemático padre (Robert de Niro), de quien no sabía nada desde hacía muchos años.

En Sinister Ethan Hawke encarna a un periodista que investiga asesinatos para posteriormente plasmarlos en un libro. Cuando llega junto a su familia a una casa donde se produjo un terrible asesinato, encuentra una cinta que desvela detalles del suceso.

Esta temática no es algo nuevo, no es una moda pasajera. A lo largo de la historia del cine hemos podido disfrutar de grandes películas que también tenían como protagonista a un escritor.

¿Quién no ha visto El resplandor? La obra dirigida por Stanley Kubrick nos traslada al hotel Overlook, en Colorado, donde además de trabajar como encargado del mantenimiento de las instalaciones durante el invierno, Jack Torrance (Jack Nicholson) busca cierta tranquilidad para terminar de escribir su novela. Lo que sigue después casi todos lo conocemos y si no es así, lo mejor es verla.

En el año 2010 el cineasta Roman Polanski estrenaba El escritor, un thriller político sobre un escritor (Ewan McGregor) al que le encargan las memorias del antiguo primer ministro británico Adam Lang (Pierce Brosnan). A su llegaba a la isla donde vive el ex dirigente éste se verá envuelto en un escándalo por la detención ilegal de unos presuntos terroristas.

Más reciente es Midnight in Paris. La película de Woody Allen está protagonizada por un muy convincente Owen Wilson que interpreta a un joven escritor norteamericano que llega a París con su prometida y con los padres de ésta. Extrañamente, cuando cae la medianoche en la capital francesa, el personaje principal se ve transportado a una época pasada.

Estos son unos cuantos ejemplos pero hay muchos más. Es seguro que mientras siga existiendo el cine seguirán apareciendo nuevas películas basadas en la literatura y en la vida de los escritores. Ese binomio nunca desparecerá, es el cine en sí mismo.

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La voz del desgarro, la voz del silencio

Con esta breve pero intensa dedicatoria, «A los que se vieron obligados a guardar silencio«, la autora de la novela, Dulce Chacón, nos anima a descubrir las historias de aquellos que no pudieron hablar durante muchos años.

“La voz dormida” es una novela histórica ambientada en la Guerra Civil española que pretende exponer los duros momentos que vivieron muchos ciudadanos tras finalizar esa guerra.

El libro enarbola el valor de muchas mujeres de esa época que lucharon por su dignidad y la de sus familiares. En representación de todas, la autora narra las historias de Hortensia, Reme, Tomasa y Elvira. Encarceladas en la prisión de las Ventas, este grupo de mujeres verán como pasa el tiempo sin contar con ellas; sin culpa alguna, se verán relegadas al olvido, al sufrimiento y en muchos casos, a la muerte.

En la primera parte del libro, la autora nos desvela la personalidad de cada una de esas mujeres, sus ideales, sus historias, su lucha personal. En esas páginas, Chacón nos descubre la dureza de la cárcel, el día a día de las palabras pronunciadas en voz baja y las mil y una formas de transmitir información a escondidas, en silencio, casi sin tinta.

Cuando ya la autora nos ha situado, nos presenta a Pepita, la hermana pequeña de Hortensia que deja su Córdoba natal para instalarse en Madrid y estar así más cerca de ella. A pesar de su juventud, la dureza del momento le hace madurar y comportarse como otra de esas grandes mujeres. Pepita es el hilo que hilvana las historias de la cárcel con las del exterior y que tendrán como protagonistas principales a Paulino y Felipe.

La última parte del libro se centra en la vida de Pepita y su sobrina y la historia de amor entre la primera y Paulino.

Aunque la novela fue publicada en el año 2002, la película basada en ella y dirigida por Benito Zambrano (2011) ha hecho que “La voz dormida” vuelva a colocarse en los estantes destacados de muchas librerías de nuestro país.


Escrito por Elisabet Jiménez

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